Escribir es mirar dentro de uno mismo, incluso cuando las palabras se disfrazan de ficción. Cada frase es una chispa de lo que somos, lo que tememos y lo que soñamos. Algunas veces, las palabras son fáciles, como amigos que llegan sin avisar. Otras, son esquivas, ocultas tras miedos que apenas entendemos.
En estos días, mientras trabajo en la continuación de La semilla de la locura, me pregunto: ¿Cuánto de mí hay en las páginas que estoy escribiendo? Los personajes que creo, ¿son versiones distorsionadas de mis propios miedos y esperanzas?
El espejo del escritor no es siempre amable, pero sí es honesto. Nos muestra nuestras grietas, nuestras sombras, y nos invita a transformarlas en historias que otros puedan habitar.
Y tú, lector que te asomas a este rincón, ¿qué ves cuando te enfrentas al espejo de tus propias palabras? ¿Qué historia crees que está esperando en tu sombra? Escríbela, aunque sea solo para ti, o deja tus comentarios. 🦉🦉💕
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