Es sábado por la noche y estoy frente a un grupo de amigos. En el centro de la mesa, un mapa hecho a mano, dados de veinte caras y hojas de personajes repletas de estadísticas y notas. Mientras ellos debaten su próximo movimiento, yo, como narrador, tengo una misión: improvisar, tejer una historia que sea coherente, envolvente y que los desafíe a explorar las profundidades de sus personajes.
Juegos como Calabozos y Dragones, Ten Candles o Shadowrun me han enseñado mucho más que estrategias y mecánicas; me han preparado para algo esencial en mi oficio como escritor: la capacidad de crear intensidad narrativa.
El arte de la improvisación controlada
Ser narrador en un juego de rol es caminar por una cuerda floja. Por un lado, debes planificar eventos, diseñar giros y construir mundos completos. Por otro, los jugadores, como los personajes de una novela, son impredecibles. Cada decisión que toman puede torcer el rumbo de la historia de formas inesperadas, obligándome a adaptarme en tiempo real.
Esta experiencia de improvisación me ha moldeado como narrador de historias escritas. A menudo, mis personajes—que se sienten tan reales como los jugadores frente a la mesa—reaccionan a los eventos de maneras que nunca había previsto. Como decía el escritor inglés E.M. Forster: "El autor escribe para descubrir, no para exponer." En esos momentos, no soy el creador de la historia; soy un testigo, alguien que la desentierra con cada página. Los personajes y las situaciones se develan ante mi mirada atónita y emocionada, en medio del incendio de las pasiones.
La coherencia nace del personaje
En los juegos de rol, los personajes tienen hojas llenas de detalles: habilidades, defectos, motivaciones y traumas. Esta estructura me ha mostrado que la clave de una narración sólida está en construir personajes tridimensionales. En la escritura, sigo ese mismo principio. Cuando un personaje está completamente desarrollado, sus decisiones y reacciones fluyen de manera natural, proporcionando a la historia una coherencia que se siente auténtica.
Del Rol a la Narrativa
Esa habilidad para escuchar a mis personajes y dejar que sus voces guíen la narrativa viene directamente de los días en que narraba partidas hasta altas horas de la noche. Si alguna vez te has preguntado cómo logro que mis novelas sean tan intensas y orgánicas, la respuesta está ahí: en los dados, los mapas y las historias que construimos juntos. Freud decía que lo opuesto a la fantasía no es la seriedad sino la realidad efectiva. Esto explica que al escribir y al leer invertimos grandes cantidades de emociones auténticas y las vivimos a medida que acompañamos a los personajes en sus historias. Así nos movemos del rol a la narrativa.
¿Qué piensas tú?
¿Has experimentado algo similar? ¿Crees que los juegos de rol podrían influir en otros aspectos creativos? Me encantaría saber tus pensamientos.
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